sábado, 26 de octubre de 2013

Políticos marionetas

¿Cualquiera puede llegar a ser presidente? ¿O ministro? ¿O alcalde? Si echamos un ojo al panorama político de España la respuesta sería un sí rotundo. El caso más grave es el de Mariano Rajoy, actual Presidente del Gobierno, el que se supone es la mayor autoridad y representación de España -con permiso del Rey-. Rajoy es de profesión abogado. Un abogado al que un buen día le picó esto de la política y ahí le tenemos, dirigiendo un país. No sabe inglés, ni parece que después de dos años al frente del país vaya a aprenderlo. Ha soltado lindezas del tipo "it's very difficult todo esto" y recientemente, defendiendo la candidatura de España para los Juegos Olímpicos, no fue capaz de hacer su discurso en inglés. Sus predecesores, Zapatero y Aznar, no lo hicieron mucho mejor.

La persona que aspire a dirigir un país, e incluso una ciudad, debería tener formación y experiencia suficientes para poder desenvolverse con soltura en diferentes situaciones, por sí solo, sin la ayuda de nadie. Es obvio que un presidente estatal debe contar con asesores y expertos que le aconsejen y ayuden a tomar las decisiones, pero no que le hagan todo el trabajo y él solo ponga la cara. Y en España da la sensación de que eso es lo que sucede. Cuando un alto cargo da un discurso es demasiado evidente que lo lee o que lo tiene aprendido, en el mejor de los supuestos. Y en caso de tener que responder a preguntas, muchas veces quedan en evidencia por no saber qué responder o hacerlo con evasivas o respuestas sin sentido.

Esta es la gente que nos dirige, que se supone tiene que sacarnos de la malísima situación en la que nos encontramos. Habremos de confiar en que los que están detrás sean profesionales de verdad y sepan lo que hacen, porque si tenemos que fiarnos de que los políticos marionetas que nos gobiernan nos lleven a algún sitio, mal vamos. El ministro de educación Wert, por ejemplo, que la está liando parda con su famosa reforma educativa, es otro abogado con aspiraciones políticas y un máster en sociología. ¿Qué sabe este señor de lo que les conviene más o menos a millones de estudiantes?

Creo que si se fuera más exigente a la hora de elegir a toda esta gente las cosas irían mucho mejor. No digo que tengan que ser eminencias, pero hay unos mínimos que deberían cumplirse. Por ejemplo, los ministros, deberían ser personas sumamente entendidas en su área, expertos en su campo que, aunque se dejen guiar por otras personas, sean los que verdaderamente saben lo que están haciendo. Y ¿qué decir del presidente? Qué menos que saber idomas para no depender de un auricular o intérprete cada vez que sale al extranjero. Pero no, en vez de eso, cualquiera puede llegar a dirigir un ministerio y, lo que es peor, un país, sin ningún tipo de requisito previo, más que caer simpático a quienes le votan. Así nos va.

2 comentarios:

  1. Todos deberian ser expertos porque para eso ahora mismo son la maxima autoridas en sus campos!!! apoyo la idea

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