sábado, 22 de febrero de 2014

El desarme de ETA, de risa

El viernes la Comisión Internacional de Verificación (CIV) ofreció una rueda de prensa asegurando que ETA ha sellado recientemente una "cantidad determinada de armas y explosivos". Al terminar el comunicado, Ram Manikkalingam, líder del grupo de verificadores, hizo público un inventario con el total del material retirado. Vi el anuncio en directo y, al terminar, mi primera impresión fue que se trataba de un gran gesto por parte de la banda terrorista. Pero mi entusiasmo duró poco. Unos minutos después la cadena inglesa BBC emitió un vídeo que mostraba la entrega "parcial" de armas. Me quedé atónita al ver el arsenal sellado, todo encima de una mesa: cuatro armas, dos granadas, 300 balas, dieciséis kilos de material detonante y nueve detonadores. ¿Esto es lo que le queda a ETA?, me pregunté. Según las fuerzas de Seguridad, la banda aún tiene al menos 250 pistolas como las entregadas y miles de kilos de material. De ser así, la cantidad entregada resulta ridícula. Para más inri, los verificadores han declarado hoy mismo que los dos miembros de ETA que aparecen en el vídeo mostrando las armas, se las volvieron a llevar prometiendo no usarlas. Qué poco serio.

Hay quienes opinan que hay que ver el lado positivo y la buena intención de ETA, que es de alabar el paso que han dado y que ahora le corresponde al Gobierno dar el siguiente paso. Si así se hiciera estaríamos hablando de una negociación con la banda y es aquí donde surge la polémica: ¿Se debe negociar con terroristas, por mucho que muestren una actitud afable? En la calle hay opiniones para todos los gustos, están los que perdonan fácilmente y creen que todo el mundo merece una segunda oportunidad y quienes ven imposible perdonar los asesinatos de ETA.  Nuestros políticos, por una vez, están casi todos de acuerdo. Tanto el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, como representantes de otros grupos, ven insuficiente el gesto de la banda y les exigen que simplemente desaparezcan, sin intermediarios de por medio. No se debe despreciar una entrega de armas, aunque sea parcial y ridícula, como esta, que finalmente ha quedado en una simple declaración de intenciones, pero cierto es que si realmente la pretensión de ETA es eliminar su arsenal sería tan fácil como que se deshicieran del mismo de una sola vez.

Manikkalingam pidió al Gobierno que coopere en el proceso de desarme de ETA no realizando detenciones y no poniendo obstáculos, confiando para ello en la palabra de los terroristas. Estos señores verificadores dicen tener mucha experiencia en resolución de conflictos pero cuanto más les veo más me parecen actores de una cámara oculta en la que tratan de tomarnos el pelo. En referencia a la petición de no arrestar a nadie, me pregunto: suponiendo que ETA de verdad quiera deshacerse de todas sus armas, ¿basta con eso para obviar los asesinatos cometidos en el pasado? Creo que la desaparición -o desarme por el momento de la banda- no elimina la obligación de pagar por sus delitos. Alguien me ha dicho recientemente algo con lo que no puedo estar más de acuerdo: si ETA por fin quiere hacer las cosas bien, desarmarse y desaparecer como banda terrorista, lo que tienen que hacer sus miembros es entregarse a las autoridades y cumplir la pena que les corresponda. Y por supuesto pedir perdón,  aunque a las víctimas no les sirva de mucho, pero deben hacerlo. Después de esto, ya hablamos.

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