lunes, 10 de junio de 2013

Llegan las temidas vacaciones

Se acerca el verano y con él, algo temido por la mayoría de padres y madres: las vacaciones estivales de los niños. Casi tres meses que para muchos pueden resultar eternos. No porque no quieran estar con sus hijos, sino porque en muchos casos no pueden. El principal problema es la falta de tiempo. Quien tiene la suerte de trabajar como mucho se puede permitir un mes de vacaciones y si trabajan el padre y la madre, pueden arreglarse para cubrir dos meses entre los dos, con el inconveniente de tener que renunciar a pasar las vacaciones en familia, pero ¿qué hacer con el mes restante? Muchos tiran sobre todo de abuelos o en su defecto de tíos, primos o cualquier otro familiar o amigo que pueda hacerles el favor. Porque no están las cosas como para contratar a alguien que cuide de los niños todo el verano. Y hoy día ¿quién no tiene alguna persona de confianza en el paro que pueda echar una mano con los niños?

Los que más arriman el hombro suelen ser los abuelos. Es normal que se recurra a ellos para salir del paso, ya que muchas veces no se tiene más remedio, pero ¿es justo para ellos? Yo creo que no. Los abuelos, que han dedicado toda su vida a criar a sus hijos, se ven ahora obligados a hacer lo mismo con sus nietos. Siempre están ahí, cuando los niños se ponen enfermos, para llevarles y traerles del cole, acompañarles a las actividades extraescolares, etcétera. Y en periodos vacacionales renuncian a hacer sus vidas para estar con los niños prácticamente todo el día. Seguro que algunos están encantados de hacerlo, pero otros muchos se sienten atrapados porque viven únicamente por y para sus nietos, desde que se levantan hasta que se acuestan. Existen alternativas como los campamentos, las ludotecas, o las escuelas de verano, pero el inconveniente es que todas esas cosas cuestan dinero y muchos padres no se lo pueden permitir, al igual que no pueden pagar a alguien que se quede con los niños. Así que no les queda otra que llamar a los abuelos. Benditos abuelos.

Teniendo en cuenta las vacaciones que cualquier trabajador tiene -un mes-, parece excesivo el tiempo de descanso que dan los colegios. Tres meses quizás sea demasiado, tanto tiempo sin clase solo provoca quebraderos de cabeza y agobios por tener que depender de otras personas para cuidar a los hijos. En algunos países europeos como Alemania o Francia, los niños tienen seis semanas de vacaciones en verano, ocho a lo sumo, con lo que se hace más fácil para los padres organizarse para disfrutar esos días con ellos. Otra cosa que también nos diferencia de estos países es el horario de salida del trabajo. Algo muy similar a lo que en España conocemos como jornada intensiva de verano -trabajar siete u ocho horas seguidas y salir antes por la tarde-, en muchos países es algo que mantienen todo el año, por lo que les es mucho más sencillo conciliar vida laboral y familiar. A quien no tiene la suerte de disfrutar de la jornada intensiva, ni siquiera en verano, le toca arreglárselas con los niños como buenamente pueda. No queda otra.

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