lunes, 9 de septiembre de 2013

Origen de expresiones cotidianas

Hoy voy a hablar de esas expresiones que decimos muy a menudo pero que, en muchos casos, no sabemos ni de dónde vienen ni lo que significaban cuando se empezaron a usar. Esas frases que nos salen sin pensar, porque las hemos escuchado desde pequeños y nos hemos acostumbrado a utilizar como parte de nuestro vocabulario. Todos sabemos lo que queremos decir cuando las empleamos, pero desconocemos cuándo y por qué surgieron. Hay multitud de ellas, por lo que voy a hablar de las que más me han llamado la atención:

Irse a la porra
Antiguamente, en el ejército, había un bastón al que llamaban porra y que se clavaba en el lugar donde los soldados debían acudir para cumplir un arresto tras cometer alguna falta leve. "Vaya usted a la porra" era un grito que se escuchaba habitualmente en el ámbito militar.

Poner los cuernos 
En los países escandinavos, los jefes de los pueblos podían acostarse con la mujer que desearan. Para que el marido de la elegida supiera que su habitación estaba ocupada, se colgaban en la puerta unos cuernos de alce.

Tirar la toalla
Esta expresión que significa rendirse viene del boxeo. Cuando un luchador abandonaba, se tiraba una toalla al suelo para mostrar al juez la retirada.

No dar un palo al agua
Proviene del mundo marinero. A los remos se les llamaba palos y se empleaba esta frase para referirse a los remeros que no colaboraban en el desplazamiento del barco. Hoy día, se usa cuando alguien no hace nada de provecho.

Costar un ojo de la cara 
Este dicho proviene del conquistador Diego de Almagro, que perdió un ojo al ser herido por una flecha en la ocupación de varios territorios en América.

Salvado por la campana
Antiguamente, cuando la medicina no estaba avanzada como ahora, se enterraba a personas que habían sido dadas por muertas cuando, en realidad, sufrían de catalepsia o un simple desvancecimiento. Al descubrir arañazos en el interior del ataud, se decidió poner en la mano del difunto un hilo que conducía a una campana situada en el exterior. Si resultaba estar vivo, podría tirar del hilo y al sonar la campana sería sacado del ataud.

Morder el polvo
En la Edad Media, cuando un caballero estaba herido de muerte, cogía un poco de tierra con la mano y la mordía, como señal de despedida de la madre Tierra.

No dar el brazo a torcer
Se relaciona esta expresión con los pulsos que se dan entre dos personas que luchan porque su brazo no toque la mesa, no ceden ante la presión de adversario.

Estar de Rodríguez
Esta expresión surgió en 1965, año en el que se emitió la película "El cálido verano del Sr. Rodríguez". En ella, José Luis López Vázquez interpretaba a un oficinista que se quedaba trabajando en verano mientras su mujer e hijos iban a la playa.

Más chulo que un ocho
Cuando en Madrid había tranvías era el número 8 el que llevaba a los chulapos y chulapas a la verbena.

Salvarse por los pelos
Antes muchos marineros no sabían nadar, por lo que se dejaban el pelo largo para que, en caso de caerse al agua, pudieran rescatarles agarrándoles "por los pelos". 

Tirar la casa por la ventana
En el siglo XIX se impuso la moda de que cuando a alguien le tocaba la lotería, tiraba literalmente sus pertenencias por la ventana, muebles incluídos.

Estar loco como una cabra
Cuando los cabritos se destetan escapan hacia el monte dando saltos y la cabra se vuelve loca para encontrarlos.

O.K.
Esta forma de decir "bien" tiene su origen en la Guerra de Secesión norteamericana. Cuando las tropas regresaban sin bajas escribían en una pizarra "0 killed" que significa "0 muertos". De ahí que se utilice O.K. para decir que todo está bien. 

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