lunes, 17 de febrero de 2014

En el deporte, cero violencia

El pasado sábado un insensato lanzó un bote de gas lacrimógeno en El Madrigal, cuando Villarreal y Celta disputaban un partido de fútbol. La consecuencia fue cientos de personas con picor en ojos y garganta, la paralización temporal del encuentro y el desalojo del campo. Y pudieron ser peores. Varios expertos han asegurado que ese tipo de gas únicamente lo pueden adquirir el ejército y la policía, por lo que muy probablemente el que lo tiró lo obtuviera de forma ilegal en el mercado negro.

Hay quienes culpan del incidente a un insuficiente control por parte de los vigilantes de seguridad de El Madrigal. Pero ¿cómo van a cachear a los 25.000 aficionados que caben en ese campo, o registrar sus bolsas o mochilas? ¿Y en un estadio como el Bernabeu o el Camp Nou, con capacidad para casi 100.000 espectadores? Tendrían que empezar a revisar a la gente horas antes del comienzo del encuentro, algo imposible, por lo que habitualmente se hace de forma aleatoria.

Para mí, el único responsable de lo sucedido es quien tiró el bote. Él decició hacer lo que hizo y nadie más que él debería responder por ello. Se está hablando de una posible multa para el Villareal que puede llegar hasta los 650.000 euros, pero es más que probable que finalmente la sanción será mucho más pequeña y aquí no ha pasado nada. Así ha pasado otras veces: 3.000 euros al Barça por un mecherazo a Roberto Carlos en 1997, 6.000 euros al Valencia por el lanzamiento de una moneda a un linier en 2006 o 9.000 euros y dos partidos al Betis por un botellazo a Armando, portero del Athletic de Bilbao, en 2008.

Si las sanciones son así de ridículas -pagar unos pocos miles de euros no supone nada para los clubes- los indeseables que cometen este tipo de agresiones no tienen el más mínimo miedo a repetirlas. Es cierto que si se castiga al club pagan todos los aficionados, pero como ha dicho hoy el periodista José Apezarena en un programa de La Sexta, si los castigos fueran mucho más fuertes (cerrar el estadio un mes o dos, por ejemplo) serían los propios hinchas los que vigilarían que no vuelvan a pasar actos violentos como el sucedido este fin de semana en El Madrigal.

Hace pocos días viví una experiencia que, sin llegar a tanto, me causó una enorme pena. En un partido de fútbol sala de juveniles (16-17 años), en el que había bastante rivalidad entre los dos equipos, varios aficionados del club visitante se dedicaron durante gran parte del encuentro a calentar a los propios jugadores, animándoles a realizar entradas y aplaudiendo las mismas cuando sucedían. Era muy evidente que no habían ido a ver el partido, si no a crear polémica y buscar pelea. Es muy triste que haya gente que acuda a un evento deportivo para cosas de estas. En el deporte, deportividad ante todo y cero violencia.

2 comentarios:

  1. Si desde pequeños no se inculcan unos valores (respeto al contrario por ejemplo) es facil caer el orangutanismo que yo llamo con todo el respeto a los orangutanes pero que hace que los humanos se comporten como bestias

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