miércoles, 4 de diciembre de 2013

Trasnochar bajito

Salir por la noche a divertirnos es algo que a todos nos ha gustado en algún momento de nuestra vida. De adolescentes, a hacer botellón en la calle o a beber y bailar a pubs y discotecas y de adultos, a tomar algo a los bares y si hace bueno, a charlar en las terrazas hasta altas horas. A la edad que sea, cuando salimos somos egoístas, muy egoístas, porque solo queremos pasarlo bien y rara vez pensamos en quienes intentan dormir, que es lo que realmente toca a esas horas. Lo que para unos es un rato de diversión para otros se convierte en una pesadilla, al tener que aguantar la juerga debajo de su ventana hasta bien entrada la noche.

¿Tienen el mismo derecho los que salen de fiesta que los que quieren descansar? Como suele decirse, la libertad de una persona termina donde empieza la de otra, por lo tanto, en el momento en que alguien que está de juerga molesta al que está en su casa tratando de conciliar el sueño, debería prevalecer el dormir. Esto, por desgracia, no suele suceder. Muchísima gente se queja del insomnio que sufre, sobre todo los fines de semana, debido al ruido que hacen los que trasnochan. Y esto no solo le sucede a quien vive en zonas de fiesta, cualquier grupo de personas que se junta en la puerta de un bar en un barrio tranquilo, puede amargar la noche a los vecinos que vivan justo encima.

Los propios locales deben hacerse responsables de que sus clientes no generen molestias en horario nocturno y por supuesto, de que su propio negocio no sea el que perturbe el sueño de los vecinos. Esto pasa muchas veces cuando dejan la puerta abierta y se escucha la música desde fuera. Se debe pensar un poco más ya no solo en quienes quieren dormir, sino en los que necesitan hacerlo porque al día siguiente tienen que ir a trabajar. ¿Cómo va a rendir un médico si la noche anterior no ha dormido lo suficiente? ¿Qué peligro puede suponer que un conductor de autobús vaya al trabajo sin haber dormido? Esto no puede suceder porque un fallo de personas con profesiones de semejante responsabilidad puede suponer una fatalidad para otras.

En muchos casos, gente harta de pasar la noche en vela se ve obligada a cambiar de domicilio en busca de algo de paz. Pero esa no es la solución, al menos no debería ser así. Lo peor es que las autoridades no actúan, es más, hacen la vista gorda. La aglomeración de personas en los locales de ocio es sinónimo de consumo e interesa que los negocios funcionen y que la gente se gaste el dinero. Pero ¿dónde quedan los derechos de los afectados? Me temo que importa más tener contento al que sale a dejarse el sueldo que al que no puede dormir. Sería imposible controlar lo que sucede en cada local o zona de fiesta, por eso está en mano de cada uno pasarlo bien pero sin armar demasiado escándalo. Es importante respetar a quien quiere o necesita dormir.

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